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El 13 de noviembre de 1985 ocurrió una reactivación importante del Volcán Nevado del Ruíz (situado a 5.200 m s.n.m., en la mitad septentrional de la Cordillera Central Colombiana), que dió lugar a varias erupciones — acompañadas de numerosos sismos- que arrojaron a la atmósfera grandes cantidades de material sólido (piroclastos) y de gases; los últimos fueron expulsados a través del cráter principal (Cráter Arenas) y de nuevos focos fumarólicos con arreglo concéntrico alrededor de él.
La acción conjunta de dichos procesos (a los cuales se sumaron lluvias torrenciales) causó rápidos deshielos de una parte, estimada en un 10% de los glaciares que cubren el volcán y alimentan los nacimientos de los Ríos Lagunilla, Azufrado, Gualí, Claros y Molinos, generándose en cada uno de ellos avenidas de escombros rocosos y vegetales que limaron hasta la roca viva las paredes de los cauces utilizados, destruyeron los puentes y viviendas encontrados a su paso y, que a la salida de las zonas planas, arrasaron la ciudad de Armero, causaron graves destrozos en Chinchiná y algo más leves en Mariquita y Honda.
El evento que afectó a Armero —y que aquí se describe— fué en verdad el resultado de la conjunción de dos flujos casi simultáneos que descendieron por los cauces de los Ríos Azufrado y Lagunilla, los cuales confluyen a unos 23 km al W de Armero, en las proximidades de la población de Líbano.
El material acarreado (lodo, arena, grave, cantos, bloques, raíces, troncos y ramas) provino en mayor proporción del cauce del Río Azufrado, en el cual alcanzó alturas de hasta 40 m (cerca a Casabianca); en el Río Lagunilla, unos 2 km antes de la confluencia con el Azufrado, el flujo alcanzó apenas unos 10 m de altura. De acuerdo con la información existente, se calcula que el flujo avanzó hasta el Valle de Armero con velocidad promedio cercana a 40 km/hora. Las observaciones de campo adelantadas por los autores permitieron establecer que el flujo que destruyó a Armero ocurrió en forma de pulsos sucesivos, que comenzaron cerca de las 22:45 hora local y terminaron horas más tarde.
Su efecto sobre el casco urbano fue desigual, arrasando por las bases el sector central y cubriendo de lodo denso algunos sectores laterales. Es así, que al llegar a la región plana la avenida rebosó el cauce normal del Río Lagunilla y se dividió en tres brazos.
El de mayor dimensión se proyectó por el cauce antiguo del río («Río Viejo»), hasta unos 18 km al E, donde se encontraba el caserío de Santuario; el segundo sobrepasó una baja divisoria de aguas y siguió hacia el Norte por el valle de la Quebrada Santo Domingo, hasta alcanzar el Río Sabandija, causando un temporal represamiento en él, frente a Guayabal; el tercero y más discreto avanzó por el cauce habitual del Río Lagunilla por un tramo de unos 10 km.
El área cubierta por los sedimentos fue de 3.387 hectáreas (33,87 km: ); el volumen total del material transportado hasta el Valle de Armero, incluidas las fases líquida y sólida, se estima en cerca de 80 millones de metros cúbicos; según cifras oficiales la catástrofe de Armero causó entre 22.800 y 25.000 muertos, de 4.500 a 5.000 heridos y unos 7.100 a 9.000 sobrevivientes ilesos pero sin vivienda, en tanto que los daños materiales (vías, cultivos, contaminación de aguas, destrucción de distritos de riego) sobrepasarían los 30.000 millones de pesos.
De acuerdo con los relatos históricos, el Valle de Armero fue afectado también por flujos de lodo, de mayores proporciones que el de noviembre de 1985, en marzo 12 de 1595 y febrero 18 de 1845. Los resultados del estudio de las propiedades del evento dei 13 de noviembre de 1985 han servido para identificar con certeza anteriores flujos de lodo en la parte baja del extremo NE del Departamento del Tolima y para Evaluar el riesgo geológico correspondiente en dicha región.
Publico
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