Mujeres llenas de vida y de drama. Mujeres sin retocar. Mujeres en el supermercado. Mujeres con la falda mal colocada. Mujeres y más mujeres fotografían y son fotografiadas en el Festival de Arlés, que celebra su 50 aniversario en femenino plural.
- IÑAKI GIL@Inaki_GilArlés (Francia)
Viernes, 26 julio 2019 – 01:12 El Mundo

tienes un buen título, tienes una historia.Evangelia Kranioti lo ha tomado prestado de Aristóteles, quien dividió la humanidad en tres categorías: «los vivos, los muertos y los marinos». Griega de Atenas, residente en París, diplomada en Derecho y Artes Visuales, empezó sus viajes hablando con los marinos de su país: «Les pedía que me contaran su vida, sus amores, sus escalas en puerto. Un día me fui con ellos de Noruega a Japón…». Y así son sus fotos. Llenas de vida, llenas de drama, llenas de color.
Porque esto va de fotografía. Estamos en Arles, sur de Francia, ciudad romana, ciudad de toros, capital mundial de la Fotografía todos los julios desde hace 50 años. Sus Encuentros soplan las velas del medio siglo con una edición apabullante y ecléctica, sin concesiones a la nostalgia y con voluntad de seguir el camino. Bodas de oro, miradas de mujer. Arles ahuyenta el tópico de que el reporterismo es territorio masculino con un ramillete de grandes fotógrafas. Pasen y vean.
En la segunda planta de la antigua capilla de San Martín del Méjan hace un calor sofocante. El aire está pesado y húmedo, como en los tugurios de puerto donde recalan los marinos de Kranioti. Sus fotos tienen el color saturado de noches húmedas. Como las de Marilyn de los puertos, prostituta de Valparaíso (Chile).
Antaño estos reportajes se hacían en blanco y negro, color denuncia. La mirada de la griega es otra: «Miro siempre con empatía al que se desplaza, el que se va de un sitio y el que lleva el viaje en sí mismo. Lo que hago se sitúa entre realidad y ficción».
Ya hemos comprendido que la tercera categoría aristotélica es metáfora: «Los marinos están en la frontera, pertenecen a los mundos». Como la transexual Luana Muniz, iconoqueer de Brasil que entorna los ojos mientras apura un pitillo. Uñas de pega, pestañas postizas, «oscuro, barroco».